Carta al presidente del Gobierno, Don Mariano Rajoy Brey

2013-09-11 04:51

 

Excmo. Sr. presidente del Gobierno,

 

Le escribo estas líneas para en el futuro, poder ser capaz de mirar a mis hijos, mis sobrinos y a todos los niños y niñas que en las próximas décadas nacerán en Catalunya o en muchos otros puntos del mundo, también de España, pero que por cuestiones emocionales, laborales o familiares, se mudaran a Catalunya y se sentirán un catalán más. Como a lo largo de tantos años lo hicieron muchas personas, también mis abuelos, mis padres, y mis tíos.

 

Des que tengo uso de razón, y aunque en mi entorno familiar nunca me han inculcado ese pensamiento, me siento más catalán que español. Tal vez debe ser que nací en un pequeño pueblo del interior donde, aunque había algunos inmigrantes de otros puntos del estado, el "que cardes" o el bailar sardanas, eran cosas habituales. Pero debo reconocer que nunca, hasta hace bien poco, me he sentido avergonzado de sentir-me español. Pero lo siento, ahora sí. Y si pudiera, le haría entrega de mi carné de identidad y mi pasaporte y renunciaría a la nacionalidad española. Si quiere, estoy dispuesto a tomar con usted una "cup and café con leche in the Plaza Mayor" para explicarle el porqué.

 

Soy hijo de la inmersión lingüística, por eso, y para facilitarle la lectura, he decidido escribirle esta carta en español. Pero también soy hijo de los juegos de Barcelona 92, que nos abrió las puertas al mundo, de l'Estatut recortado y de una Constitución reformada en quince días, en pleno agosto, sin ser refrendada por los ciudadanos: clasista, conservadora y caduca. Y que ahora nos quieren imponer.

 

Con el paso de los años, como la gran mayoría de gente, he crecido como persona. Y con esa madurez, las personas de mi entorno, han ido confiando cada vez más en mí y dándome margen de maniobra para decidir, cada vez más, lo que quería hacer con criterios de racionalidad, legalidad y sentido común. Pero sobre todo teniendo en cuenta mi voluntad, mi deseo y mis ganas de hacer. Supongo que es el ciclo de la vida.

 

Los países, aunque tal vez por la evolución del que usted preside no lo haya notado, también a medida que avanzan los años se van haciendo grandes. Demográficamente y socialmente. Y toman una personalidad propia, respaldada por una cultura, una lengua y una identidad que une a sus ciudadanos. Y, como un hijo postadolescente, intenta trazarse su futuro y ser autosuficiente para no tener que depender de sus tutores legales. Es más, a veces, incluso, dando un apoyo económico a la familia o siendo generoso con los hermanos. Solo por el echo de ganarse mejor las cosas sobre la base de un esfuerzo.

 

En un momento de mi vida, decidí marcharme de casa y mudarme a otra ciudad. Dejando la residencia habitual en casa de mis padres. En busca de un futuro mejor. Y, para ello, nunca me vi obligado a tener que pedir permiso a mis progenitores. La confianza que ellos tienen en mí, el saber que no echaría a perder mi vida y que en ese momento, lo mejor para mí y lo que me hacía más feliz, era emprender una nueva aventura en 'solitario', no opusieron resistencia a mi decisión. Entiendo que su posición es la más normal en todas las familias de países normales del mundo. No sé que hubiera hecho si su posición hubiera sido distinta. Supongo que lo mismo, pero tensando la relación familiar hasta incluso el punto de romperse. ¡Pero no, qué horror! Soy persona de diálogo.

 

Guifré el Pilós, alrededor del año 900, decidió hacer lo mismo que yo hice el 2011. Y emprender una nueva aventura al margen de los reyes francos creando la nación Catalana. Han pasado muchos años desde entonces, suficientes, creo yo, para haber crecido como país, haber consolidado una cultura, una lengua y una identidad propia, todo y los intentos de Felipe V y los defensores de los Borbones para que esto no fuera así. Y como suele pasar siempre en el totalitarismo, con las armas se intenta conseguir lo que con la falta de voluntad, sentido común y dialogo no se consigue. Y el más fuerte siempre gana la batalla a costa de lo que sea, aunque sean miles de vidas humanas.

 

Aún la derrota de 1714, la voluntad de muchos, en la clandestinidad, jugándose la vida, permitió a Catalunya mantener esa identidad ganada a lo largo de los años. Y eso es lo que nos ha mantenido vivos como a país, mal les pese a muchos, que de esfuerzos para aniquilar esa realidad, no se han quedado cortos. Y doy gracias a todas esas personas. ¿Pero sabe que? Me siento mal en pensar que para que yo tuviera un futuro mejor, ellos se dejaron la vida.

Casi tres cientos años después de esos hechos, las catalanas y los catalanes mantenemos más vivo que nunca el sentimiento de catalanidad. Y, siendo justos con la historia, trabajamos para que nuestros hijos, nuestros sobrinos y los futuros catalanes, lo continúen teniendo. Y que quiere que le diga, si me tengo que dejar la vida, si nos tenemos que dejar la vida, para que ellos tengan una de mejor, pues lo haremos. Pero creo que esa no es la solución.

 

Usted, en 2010, recibió el apoyo de una mayoría de españoles -no en Catalunya dónde ganó una fuerza nacionalista por primera vez-. Una de las mayorías más importantes de la democracia española. Pero tal vez por eso, se ha equivocado y ha confundido una mayoría democrática con una dictadura impuesta. ¿O a lo mejor es por miedo a no querer enfrentarse con la realidad?

 

Catalunya, bajo la presidencia de Jordi Pujol, pero también la de Pasqual Maragall y ahora de Artur Mas, ha apostado por ser parte de España. No solo territorialmente, si no desempeñando un papel importante en la gestión del día a día del estado por una cuestión de responsabilidad. Y el retorno de esa actitud responsable, no ha sido más que el de desprecio, mofa e incluso insulto por parte de algunos dirigentes y ciudadanos de otros puntos del país. Y con usted de presidente, Artur Mas probó hace tan solo un año el continuar manteniendo esa relación, aunque matizada de la misma manera que ha evolucionado el mundo. Y se negó a hablar. Igual ahora, debería reconocer a los españoles que tiene usted una gran responsabilidad de la situación que se esta viviendo, no cree?

 

Talvez si su actitud fuera sido más responsable cuando el President de la Generalitat le fue a visitar a La Moncloa el 17 de setiembre pasado, ayer el ministro Montoro no fuese tenido que reconocer que lo que realmente quería era que los catalanes entendiéramos que formar parte de España nos beneficia. Aunque me pregunto, aún, en qué. Puestos a hacer brindis al sol, a mí me gustaría también que ustedes reconocieran que permitir a Catalunya decidir su futuro les beneficia como país. Aunque sea una cuestión estética, de imagen de demócratas al exterior, todo y que de puertas a dentro las cosas continuaran como ahora. Pero no. No solo se niegan a reconocer eso, sino que además se niegan a reconocer uno de los principales derechos humanos: el de la libertad a opinar. 

 

A la generación que vivimos actualmente en Catalunya, la historia nos ha hecho un encargo: devolver en forma del derecho a voto y de opinión, el esfuerzo lo que aquellos perdieron luchando por culpa de la tiranía. Y, como en un sorteo, a saber qué resultado sale. Pero a diferencia de ustedes, los catalanes somos radicalmente demócratas y aceptaremos el resultado que salga. ¿Hará lo mismo usted, en caso que salga negativo a lo que desea o a lo que los poderosos lobbys o empresas le dicen que debe hacer? Porque de salir un resultado mayoritariamente a favor de la secesión, usted tiene tres alternativas: aceptarlo y buscar una salida pactada, negarlo y que sea Europa quién ampare el resultado de la mayoría del pueblo de Catalunya o enviarnos los tanques. Y aunque esta última no sea la mejor solución, y sabiendo que tenemos las de perder la batalla, no dude en que nos armaremos de valor para defender hasta el final aquello que tantos han soñado.

 

Con todo mi afecto y respeto,

 

Joan Guirado i Garcia

 

En Catalunya, a 11 de setiembre del 2013.